Autor/es: García Mogollón, Florencio-Javier
Título:El arte en la parroquia y ermitas de Torrejoncillo / Florencio-Javier GarcíaMogollónPublicación:Torrejoncillo, Cáceres : [F.J. García], 1984 149 p. : il. ; 24 cm
Notas:Bibliografía. ÍndicesMaterias: Iglesia de San Andrés Apóstol (Torrejoncillo)Ermitas-Torrejoncillo.
TORREJONCILLO. El arte en la Parroquia y Ermitas
Florencio Javier García Mogollón
PRESENTACION
Mi actividad investigadora acerca de diversos aspectos histórico-artísticos de la región extremeña, fundamentalmente la referida a la Diócesis de Coria en sus vertientes de arquitectura, escultura, pintura y, sobre todo, orfebrería religiosa 1, me puso en contacto con multitud de obras de arte totalmente olvidadas que, por su categoría, eran merecedoras de algún estudio, siquiera somero. De ahí surgió el interés por Torrejoncillo, animado de una parte por el Secretariado Diocesano para la Conservación del Patrimonio Histórico, Artístico y Documental, del que me honro en ser miembro, y de otra por la muy positiva actitud del Señor Párroco Don Julián Sánchez Cruz, que se ofreció desde el primer momento a impulsar la realización de este trabajo, facilitando toda clase de ayuda material y humana, llegando incluso a gestionar y costear su publicación, todo lo cual agradezco mucho.
La intención de este librito es ofrecer a los posibles lectores un estudio de los monumentos religiosos torrejoncillanos, haciendo especial hincapié en su templo parroquial que, por su categoría arquitectónica y contenido, debiera ser declarado monumento histórico-artístico. Pero no por eso se han olvidado las pequeñas ermitas y restantes obras menores que también tienen un espacio en estas páginas.
INTRODUCCION HISTORICO-GEOGRAFICA
Es Torrejoncillo una localidad de 4.248 habitantes según el censo del año 1970, aunque en la actualidad la población debe ser bastante menor, ya que el lugar ha sufrido una fuerte emigración en los últimos tiempos. Se encuentra sobre un suave altozano, junto a la carretera C-528, a una altitud de 328 metros sobre el nivel del mar. Lo separan 12 kms. de la vecina ciudad episcopal de Coria y 58 del Cáceres señorial. Su término municipal es bastante amplio, pues tiene una extensión de 90,81 kms2; limita al norte con los términos de Coria y Morcillo, al sur con los de Portezuelo y Pedroso de Acim, al oeste con el de Portaje y al este con los de Holguera y Ríolobos.
El terreno en el que se enclava es agradable y está constituido por suaves lomas de pizarras cámbricas pobladas de encinas verdioscuras, con zonas dedicadas a pastizal y otras al cultivo extensivo de cereales. La estrecha franja del valle del río Alagón presenta, en cambio, cultivos de regadío en régimen intensivo. Se cría ganado lanar, vacuno y porcino.
En tiempos no lejanos tuvo una floreciente industria textil, especializada sobre todo en la elaboración de mantas, paños y sombreros, así como una muy cualificada artesanía alfarera -construcción de tinajas--, de calzados y orfebreril. A este respecto hay que decir que los joyeros de Torrejoncillo, que trabajaban fundamentalmente objetos menudos de carácter popular, llegaron a ser, junto a los del vecino Pueblo de Ceclavín, los más cotizados de la región. En la actualidad casi han desaparecido estas labores artesanales.
Aunque el paso del tiempo, la emigración, la industria, etc., han hecho perder una parte notable del pasado glorioso de nuestros pueblos, Torrejoncillo puede enorgullecerse de conservar dos fiestas tradicionales, plenas de sabor popular. La de “los palos” se vincula a la ermita de San Pedro, alejada del núcleo urbano, y será mencionadas en su lugar. La más famosa, a la que concurren muchos forasteros, es “la Encamisá”. que se celebra el 7 de diciembre en honor de la Inmaculada Concepción. Esa noche una procesión de hombres a caballo, cubiertos con sábanas
y turbantes y portando faroles en pértigas, llega al templo parroquial. A las puertas el sacerdote entrega al mayordomo el estandarte de la Virgen entre las aclamaciones y la emoción del pueblo. Luego, portando dicho estandarte, la cabalgata de la Encamisá recorre las calles a la vez que se producen fuegos artificiales y disparos de escopeta. Al mis tiempo multitud de hogueras arden en la villa, mientras sus habitantes entonan estrofas marianas. Después del recorrido la procesión llega de nuevo a la plaza de la iglesia, y allí se efectúa la traca final de la fiesta religiosa. En este momento el estandarte de la. Purísima es devuelto al señor párroco entre el fervor de las buenas gentes. Luego los participantes en la cabalgata son invitados a la casa del mayordomo que regala a los encamisados con buen vino y coquillos –que es el dulce típico de la localidad-. A partir de las doce de la noche anterior se celebra la primera parte de la Encamisá, que es la procesión del silencio, en la que van personas enlutadas.