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Dn. Pedro Clemente Gil

 

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Torrejoncillo por “La Encamisá” hacia María 

Constituye para mí, pregonero de este año de las Fiestas de la Encamisá, doble motivo de satisfacción, invitado por la Junta Directiva de Los Paladines, asumir esta responsabilidad de pronunciar el pregón y la asumo con todo honor, porque en primer lugar va dedicado a ese ser tan maravilloso que todos conocemos por la Pura. Ella va a ser el centro de mis modestas palabras. Abramos, pues, el pórtico de estas fiestas, que tendrán como primer homenaje la ofrenda que la haréis a Ella esta tarde del día 2 de diciembre. De ello me ocuparé extensamente más adelante. 

El segundo motivo de esa satisfacción estriba en que, por fin, veo convertido en auténtica realidad un proyecto que he venido acariciando desde hace varios años: hermanar cordialmente, por María, a dos pueblos, a Horcajo de Santiago y a Torrejoncillo, o a Torrejoncillo y a Horcajo de Santiago, que tanto monta. Dos pueblos que, al unísono, en los mismos días y por la misma razón, celebran idéntica fiesta, el uno El Vítor y el otro La Encamisá en honor de la Inmaculada Concepción, y aquí están honrándonos con su visita, una nutrida representación de Horcajo de Santiago encabezada por su primera autoridad civil, su alcalde, y por miembros de su Hermandad de la Inmaculada y casi al completo su banda municipal de música. Vaya para todos ellos el deseo de que su corta estancia en Torrejoncillo les sea grata, pues me consta que no han regateado esfuerzos, tanto físicos como materiales para tan largo desplazamiento. 

En cuanto trasladé mi deseo de hermanar a ambos pueblos, tanto al alcalde de Horcajo de Santiago como al alcalde de Torrejoncillo todo han sido facilidades, secundadas con todo entusiasmo por la Junta Directiva de Los Paladines de la Encamisá, y ya está dado el primer paso, quedando constituido el nexo de hermandad entre ambos pueblos, que aunque lejos en la distancia, van ya a estar muy cerca en afecto y cordialidad, no en vano les une un mismo objetivo y una misma virtud, el amor a la Purísima Concepción, que si arraigado lo lleva Torrejoncillo, no lo está menos en Horcajo de Santiago, tendréis unos y otros ocasión de comprobarlo personalmente en el intercambio de visitas que ahora se inician. 

Yo espero que la primera autoridad de Horcajo de Santiago: su alcalde, pueda dar a Torrejoncillo una amplia panorámica de lo que es Horcajo, de lo que son sus fiestas del Vítor y de lo que son sus gentes. Bienvenidos seáis a Torrejoncillo, horcajeños y que este vínculo que hoy se inicia jamás se rompa. 

Y cumplido por mi parte este grato deber, prosigo con lo que es mi objetivo y mi misión: El Pregón. 

Los que me conocéis desde niño, sí lo sabéis, pero los jóvenes quizá lo ignoren, qu3e aunque no nací en Torrejoncillo, en este pueblo me crié, a él me trajeron de seis años; vengo de madre torrejoncillana y, para colmo de dicha, estoy unido en matrimonio con mujer torrejoncillana. 

Creo sinceramente que con estos atributos, ostento una credencial, perdonad mi inmodestia que avala el que yo, en este día pronuncie quizá, el más modesto de cuántos pregones se hayan realizado en estos precedentes años, pero lo hago de corazón, porque en él y en mi alma he llevado, llevo y llevaré a Torrejoncillo. 

Por ello, hasta en la fibra más sensible de mi ser he sentido año tras año la emoción por esta fiesta de la Encamisá, desde que se oía en los ámbitos de este pueblo, y en los de su maravilloso templo parroquial al primer viva a María Santísima al inicio del novenario; yo he sentido, valga la expresión, que mi piel se ponía o se volvía carne de gallina cuando he visto un año, y otro, y otro elevarse al cielo el bosque de brazos y manos, de vuestras abuelas, de vuestras madres, de vuestros mayores, vitoreando a la Pura, y yo me he sentido embargado por esa amargura que produce ese bosque de brazos y manos, alzados al estandarte, el retorno a la iglesia del estandarte, que al desaparecer por la puerta de la misma, suponía que tenía que pasar un año, todo un año, para volver a vivir esa emoción. 

Lágrimas de amor a María.

 Yo he visto año tras año, lágrimas en los ojos de vuestros mayores, que brotando por la presencia de María en nuestras calles y en nuestras puertas, les traían inevitablemente el recuerdo de los que se fueron, y de los que heredaron ese don maravilloso de amar a María Santísima. 

Yo he sentido, en fin, la amargura de que, por razones estudiantiles primero y por deberes profesionales después, no poder estar la noche de la Encamisá en Torrejoncillo, y cerrando los ojos he oído el repique de nuestras campana y mentalmente, a las diez en punto de esa noche y de todas las noches de ausencia, he vivido la salida del estandarte, he oído la música maravillosa del Pues Concebida, el estruendo de los disparos y de los cohetes y he olido a esa pólvora que en auténtica nube flota en el ambiente. Me he imaginado por dónde iría la Encamisá a tal hora y, me he dormido, porque durmiendo se iba mi amargura, musitando un viva María Inmaculada. 

Todo esto han sido auténticas vivencias. ¿Se puede, por tanto, tener o llevar más torrejoncillanismo dentro? 

Cuando la Junta Directiva de Los Paladines de la Encamisá me comunicó su decisión de invitarme al pregón, me planteé varias cuestiones: 

Una, tengo que pronunciar un pregón, en corte plazo, tengo tiempo, y más si es para honor de Ella, lo que no tengo son dotes de poeta para entonar un canto que va dedicado a tan Divina Mujer, pero no puedo sustraerme a ello. 

Tengo que pronunciar un pregón exaltando la Encamisá, fiesta que se celebra en honor de una Mujer que se llama María. ¿Pero qué significa María? La forma más antigua de este dulcísimo nombre es la hebrea Miriam, como se llamó la hermana de Moisés. Más reciente es la forma aramea de Mariam, luego ampliada a Lariamme y Marianne. Su forma apocopada es por tanto, María, usada en todos los Códices del Nuevo Testamento. 

Pero cuál es su significación etimológica. ¡Son tantas y tan hermosas y tan encajadas las que se han propuesto! Más de 60 distintas. 

Tres significaciones fundamentales.

 Pero tres parecen las más fundamentales. Si derivamos este nombre a su raíz egipcia, nos da la significación de amante de Dios o amada de Dios. Si la derivamos de la raíz hebrea, significa La Hermosa. Si la derivamos de la raíz sirio-aramea, significa señora y princesa. 

Se le han dado otras significaciones muy hermosas, pues Ella es amplísimo manantial de ideas y realidades. Pero para todos y sobre todo es la Madre de Dios. Es la Inmaculada Concepción. 

Ya sabemos a quién y en honor de quién se pronuncia el pregón. Como para sustraerse. 

Y seguidamente se me plantea una de las cuestiones de que antes os hablaba, y pensé que para pregonar a la Inmaculada, no encontraría otro tema más sugestivo que los orígenes del gran movimiento concepcionista y hay históricamente un siglo que a mí particularmente me atrae: El segundo y gran siglo de oro de Nuestra Señora, el siglo XVII, siglo, quizá, de decadencia en otros aspectos, pero en el de la Devoción a María, fue muy superior a los anteriores. 

La Teología Mariana Escolástica llega a su mayor altura con el P. Suárez y produce mayor número de libros marianos que todos los demás siglos, y la Teología Mariana Popular supera aún en producción a la Escolástica. 

La oratoria en este siglo se desborda. La lírica se supera en abundancia. La Épica consagra largos poemas a Nuestra Señora. La gramática es abundantísima y de gran valor. 

Todos los genios literarios de este siglo XVII, son grandes poetas marianos:  Cervantes, Lope de Vega, Alarcón, Tirso de Molina, Calderón de la Barca y un largo etcétera. 

Todos los grandes pintores y escultores de este gran siglo son marianos, y como marianos los mejores Murillo, Rivera, Juanes, Velázquez, Montañés, Hernández  y Alonso Cano. 

El siglo XVII es el siglo en que la nación española, con sus reyes a la cabeza, sus cortes, sus universidades, sus prelados, su clero, su pueblo todo, tomaron sobre sí la empresa de defender la causa de la Inmaculada Concepción y preparar el camino a la definición del dogma. 

Es el siglo de las grandes fiestas de las innumerables cofradías, de la grande fe y confianza en la Santísima Virgen. 

Y la campaña a favor de la definición dogmática de la concepción Inmaculada de María es asunto que lleva tras sí la mayor parte de las actividades teológicas, literarias y artísticas de este siglo. 

Hubo grandes escaramuzas entre los que estaban a favor y los que estaban en contra de la definición y,  por consiguiente se erigieron muchos en adalides, que yo me atrevería a equiparar a los que hoy sois paladines. 

Por fin todo estaba preparado para definición, y fue en Sevilla donde empezaron las más grandes manifestaciones de júbilo. Lucía de noche Sevilla en tal forma, con tan gran iluminación que parecía mediodía. 

Todos los conventos hicieron grandísimos regocijos de fuegos, luminarias, cohetes y repiques de campanas. 

Duró el gozo toda una semana y se concertó una solemne procesión. 

Describe en una carta el licenciado Francisco Milanés al doctor toro la máscara que hicieron los cirujanos y barberos; el octavario que hicieron en la parroquia de San Miguel; la máscara de los materos y roperos, hecha con verdadero primor las prendas de unos y otros. 

La calle de la Mar, la de Tintores y la Génova hicieron también grandes y costosas máscaras. 

Los estudiantes del colegio de la Compañía prepararon la suya. 

Los barrios de la Feria hicieron una gallarda “Encamisá” y los niños portaban en sus manos, alzadas y ardiendo las “jachas” que sus padres les habían traído del campo. 

Gran noche la de 1617 

¿A qué os suena todo esto? Pues a que tiene una amplia conexión con lo que ocurre en Torrejoncillo. Ha de asegurarse como muy cierto que torrejoncillo vivía y vibraba al unísono de toda la nación. 

¡Qué gran noche de Encamisá debió ser aquella del año 1617 en torrejoncillo! 

Y menciono poniendo en él un énfasis especial, este año de 1617 por que fue precisamente ese año el señalado para hacer el gran y solemne juramento de defender el dogma de la concepción Inmaculada de María. 

El juramento fue cronológicamente hecho desde 1617 a 1668 en innumerables ciudades españolas. 

El entusiasmo de España se comunicó a las Indias Occidentales y por Oriente a Manila. 

Pero entre todos los votos tuvo singular importancia los de las universidades y excepcionalmente lo tuvo la de Salamanca, por la fama que entonces tenía en todo el mundo y el gran número de estudiantes, que en aquellos años ya superaba los 7.000. 

El rey de los poetas de entonces, Lope de Vega, le dieron 100 doblones para que compusiera una pieza dramática, y compuso “La limpieza no manchada”. 

Todos cuántos contemplaban el espectáculo, príncipes, magnates, regidores de colegios mayores, doctores y maestros, como impelidos por un resorte mágico, prorrumpieron en atronadores vítores y encendían en todos los corazones el fuego del amor al Misterio. 

Tal era el espíritu de fe y de amor a María que anidaba a aquellas universidades, cuando sus sabios dominaban al mundo con su ciencia, no menor que los soldados españoles le dominaban con sus espadas. 

Complemento del voto que hacían las universidades de defender la Pura Concepción era el juramento que exigían después a cuantos en ella se graduaban. 

La de Salamanca tomó este acuerdo en el año 1618 y colocó en su capilla un cuadro de la Inmaculada, a cuyos pies un bedel, con los Santos Evangelios, recibía el juramento de los graduados. 

El día 10 de noviembre de 1644, el Papa Urbano VIII, expedió el breve por el que se proclamaba el día 8 de diciembre fiesta de guardar. 

Y así España fue la primera nación del mundo que consiguió esta fiesta, y a su ejemplo la pidió después Francia. 

En el reinado de Carlos por iniciativa de Don Diego de Rojas y Contreras, presidente de las Cortes, se nombre Patrona de España, el día 25 de diciembre de 1760 a la Inmaculada Concepción. Razones para solicitar este patronazgo: la gran devoción que había ya a la Reina de los Ángeles. 

Carlos III acogió benévolamente la propuesta de las Cortes y lo llevó a cabo venciendo no pocas dificultades, perpetuada a través de los tiempos hasta nuestros días, por los diversos reinados que en España han sido. 

Por orden real de 12 de noviembre de 1892, siendo ministro de la Guerra Don Marcelo Azcárraga, la Inmaculada concepción fue proclamada Patrona de la Gloriosa Infantería Española. 

Se necesitaría un volumen o libro tan extenso para poder plasmar históricamente todo cuanto por Ella si dijo, se escribió, se trató y se festejó que enumerarlo sería exhaustivo. 

Existe curiosamente en la ciudad francesa de Puy una relación amplísima archivada de las poblaciones en que habría de festejarse a la Inmaculada, y todas por orden alfabético, entre las que está Coria. 

Y yo me pregunto, ¿desde 1617 hasta hoy, qué pueblos de esta España querida y mariana han conservado esta fe exteriorizándola en las calles? Solo dos pueblos: Torrejoncillo en Cáceres y Horcajo de Santiago en Cuenca.

Por todo esto que os acabo de relatar, no quiero acabar sin dejar de dirigirme de manera muy especial a los jóvenes torrejoncillanos le uno y otro sexo. Contáis con uno de los más sublimes y hermosos patrimonios que se les puede legar a los humanos: “La Encamisá” por el amor a la Inmaculada. No malgastéis ese legado, si así lo hacéis, si lo conserváis, si mantenéis vivo ese amor a María, si seguís dando cada día más impulso y más esplendor a la Encamisá, no defraudaréis jamás a vuestros abuelos y a vuestros padres, de ellos recibiréis este gran regalo. 

A modo de promesa, de que conservéis estos valores, quiero que gritéis conmigo: 

 ¡VIVA MARÍA SANTÍSIMA!