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Don Víctor Gerardo García Camino

 

gerardo

Del Libro: Paladines de la Encamisá. XXV años

Nació en Santander el 22 de Noviembre de 1917. 

1942: Licenciado en Letras en la Universidad de Salamanca. 

1944: Gana plaza de facultativo en Bibliotecas. 

1945: Contrae matrimonio con Luisa Burgos, torrejoncillana. 

1962: Obtiene, por oposición, Cátedra de Literatura Española. 

1975: Doctorado en Salamanca, sobresaliente “cum laude”. Varios libros y artículos publicados.

 

Inicia el Pregón manifestando la difícil empresa que significa cantar las glorias de María Inmaculada, misterio inefable, es decir, inexpresable; alude a viejas leyendas marianas, poemas, como el de A. Machado, que celebra al primer cantor de la Virgen en nuestra lengua, Gonzalo de Berceo, creador del símbolo de la Virgen Gloriosa con la imagen del “prado verde y bien sencido”. 

 

Alude, sin detenerse en ello, a lo que es y significa, en la economía de la Redención, este inefable misterio de la Inmaculada Concepción de María; cómo, a lo largo de siglos, fue unánime creencia y devoción populares, sancionada en algún Concilio, como el de Basilea; la formulación del voto de varias Universidades, entre ellas la de Salamanca, de defender este dogma; el acuerdo de las Cortes Españolas para declarar a la Inmaculada Concepción Patrona de España, hasta su definición dogmática, por el Papa Pío IX, en 1854. Recuerda que esta devoción inspiró a los mejores pintores de todas las épocas y países, así como a poetas y dramaturgos, desde el Arcipreste de Hita hasta Gerardo Diego, Panero y Rosales, ilustrado con las correspondientes citas literarias. Sigue el pregón en que esta devoción a la Inmaculada “los torrejoncillanos... tenéis clavada en lo más hondo de vuestras almas, tesoro heredado de vuestros padres, amorosamente conservado y cuidadosamente transmitida a vuestros hijos”.  

Y quiero terminar este resumen con la exhortación que dirigí a los asistentes al pregón: “... no la dejéis morir, ahora que tantas creencias, tan bellas costumbres, tan entrañables hábitos de vida se están perdiendo en la mares uniformadora, apisonadora como un asfixiante rodillo que todo lo reduce a una masa amorfa, sin relieve ni color. Y si fuera posible, que no lo será... me atrevería a pediros que la celebréis en familia, sin dar cuartos al pregonero del turismo que convierte en barro cuanto toca, y convierte en espectáculo teatral lo que no debe ser otra cosa que la manifestación más íntima, cálida y entrañable de una auténtica creencia, de una firme fe, de un entusiasmo unánime”. 

El pregón termina con la invocación ¡Viva María Santísima!