D. Severiano Sánchez Núñez.
María Madre, Presidente y miembros de la Directiva de Paladines, Sacerdote, Padre predicador, señor Alcalde, señor Portaestandarte (Vicente), compañera Oferente (Cynthia), querida familia, amigos y paisanos aquí presentes y, a todos los que a través de televisión o por Internet pueden seguirnos, buenas noches y
gracias por acompañarme.
Después de un tiempo, por fin llegó el gran momento. Parecía no aproximarse. ¡Interminable el periodo de silencio!, prorrogado por las semanas previas a la cita, llenas de enhorabuenas, abrazos, saludos y palabras de ánimo, tras hacerse pública la noticia. Y como el que no quiere la cosa, de repente, aquí me encuentro, cara a
ustedes para intentar transmitir todo aquello que a buen seguro, cada uno experimenta en sus propias carnes y podrían describir con términos, cuanto no más exactos, similares.
Como ya he tenido ocasión de decir, muchos son los que me han precedido en este lugar deleitándonos con sus palabras, cada uno desde su perspectiva, fundamentación, enfoque o testimonio personal. Hoy me toca a mí ocupar este lugar, ser embajador. Intentaré contribuir con esta humilde intervención, a que puedan
sentir y acercarse a la fiesta a través de las palabras, los sentimiento y experiencias de otro torrejoncillano más, que quiso decir, SÍ.
Varias cosas importantes me trajeron por el pueblo aquel fin de semana a últimos de septiembre. La principal, el compromiso adquirido desde algún tiempo, acompañar a mis padres, revolucionando la tranquilidad de esas paredes con el griterío de los pequeños de la casa. Otra, también interesante para mí, la prueba deportiva de los Artesanos.
Ese viernes apuntaba tranquilo, lo importante, descansar para la carrera, hay que madrugar y el sábado será completito. Con ese cosquilleo, me fui a descansar más temprano de lo habitual. Cuando lograba conciliar el sueño, sonó el móvil. No encontraba ninguna relación entre el número en pantalla con el asunto del que hablaban; varias personas al otro lado y un tema sin pies ni cabeza, y, menos cuando te despiertas sobresaltado. La conversación cambiará completamente, cuando uno de los interlocutores desvela su
identidad y representación y me invita, a participar esta Encamisá 2016, como Pregonero de la fiesta, con total naturalidad y metida la madrugada. Y me anima a pasar por la sede de Paladines para darme un abrazo y felicitarme por ello. Ante la noticia, breve silencio y clara decisión: ¡Sí, muchas gracias! Tanto en aceptar la
encomienda como en salir de casa susurrando en la oscuridad (…voy a la Sede de los Paladines…). Por eso y, a pesar de todo lo que podía suponerle a mi cuerpo al día siguiente este paréntesis en la noche, os agradezco enormemente vuestro ofrecimiento, vuestros abrazos y enhorabuenas.
Ya en casa de nuevo, seguía la función, escuché todas las horas del reloj de la iglesia hasta que decidí ponerme en pie, preparar todo lo necesario y salir con tiempo. Necesitaba pasear por las calles silenciosas, asentar todas las ideas que tenía en mi cabeza y darle tregua a la noticia para centrarme en la carrera. ¡Imposible! Desde ese instante, llevan conmigo. Recorrieron acompañándome cada kilómetro, y cruzaron la meta en mi mente. Y ahora, están aquí, en voz alta. “Algunos ahora entenderán porqué les dije en su momento que Artesanos 2016, nunca lo podría olvidar.” En esta edición el lema para un servidor, no sería “la montaña o tú”, más bien “la montaña y Tú, María”. Porque muchas de las ideas que hoy quiero compartir con
vosotros, se gestaron en ese itinerario.
Eso es lo que sentí tras recibir la noticia, cuestión que muchos me han preguntado. Una vez dicho esto, comencemos con el tema que nos atañe.
Cuando me presentaba por primera vez en cualquiera de los colegios en los que he tenido la oportunidad de ejercer mi profesión, al decir que eres de Torrejoncillo, llevas implícita una clara seña de identidad: “… el pueblo de La Encamisá”. También conocido por su tradición artesanal, el deporte, la feria del caballo...La siguiente pregunta de rigor se encamina a satisfacer la curiosidad respecto a la fiesta. Es en este momento dónde empieza la tarea de presentarla, darla a conocer. Primeramente, piensas las palabras para proporcionar una visión general, mostrar una amplia panorámica en un breve intervalo de tiempo, por lo que, explicas o describes lo que cualquiera podría percibir por los sentidos. Y así, a modo de redacción, hablas de sus posibles orígenes: un hecho bélico en el que participaron torrejoncillanos. Tal vez desde la época prerromana, tal vez de la Guerra de Flandes, la Batalla de Pavía. Del simbolismo que representa el uso de los ropajes blancos, las armas, la noche, las hogueras. Los diferentes acontecimientos que tienen lugar en torno a la fiesta. Pero lo más importante, una fiesta en tu honor María, que se celebra en el puente de diciembre. Fecha en las que la
mayoría de compañeros y conocidos, ojean el calendario anticipadamente para organizar alguna salida: ver el encendido de luces navideñas en Madrid, visitar alguna ciudad, esquiar… Mi respuesta, año tras años siempre es la misma: El Puente de la Pura, está reservado para Torrejoncillo, cita anual, la fiesta de mí pueblo:
La Encamisá.
Todas esas explicaciones se disipan a partir del curso 2003, cuando afortunadamente cambié de destino para trasladarme hasta aquí y dónde, como mencionaron en mi presentación Celia y Rodrigo, he permanecido hasta este curso, en el que me traslado a Cáceres.
Ahora bien, si dificultad presenta describir brevemente un hecho tan grande para nosotros, aún mayor es la dificultad al intentar, profundizar en las vivencias, emociones, sensaciones que van unidas a nuestra fiesta para el que participa como espectador y en ese diálogo, intenta indagar más, pues tiene la intuición que no queda ahí la cosa. Respuesta: “ Eso hay que vivirlo, hay que estar allí y verlo”. Afortunadamente, el destino, como digo, me traerá en 2003 hasta aquí para trabajar como maestro. Trabajando aquí: ¡resulta mucho más sencillo! Todo es conocido: compañeros, padres, alumnado, entorno. Al mismo tiempo, tradiciones, costumbres, fiestas…
Fácil y sencillo hablar a los pequeños de algo que viven desde que nacen. Porque, acercándose diciembre, no se habla ni se vive otra cosa hasta que no pasa el puente de la Pura. Virgen, novenas, coquillos, escopetas, cartuchos, cohetes, caballos, jachas, sábanas, faroles, pañuelo del gajo, las sallas, repicar de campanas… serán parte del vocabulario que aprender; conocer la Sede de los Paladines, visitar el trono de la Virgen con la particular ofrenda de los alumnos, elaborar coquillos en las dulcerías y panaderías del pueblo, formarán parte de las salidas programadas para esas fechas. Así acontece en las aulas los días previos desde que fui alumno y así ha sido durante todos estos años que he ejercido aquí. No me cabe duda que así seguirá siendo. Porque nuestros niños y niñas, desde pequeños, deben aprender algo más, deben recibir más, hemos que ayudarles a sentir y hacer suyo este bello legado. ¡Tarea fácil!
Recuerdo en 2005, con motivo de la Semana Inmaculista, realicé un montaje audiovisual, algo casero, con los alumnos/as de todos los cursos titulado: ¿Qué es para ti La Encamisá? Os podéis imaginar… Pues también yo, me hice esa misma pregunta, y aunque nunca grabé la respuesta en el montaje, quedó escrita y hoy, me
gustaría compartirla aquí:
- Encamisá, es alegría al encontrarse con aquellos paisanos, amigos, conocidos, quienes, en el mejor de los casos, se han ausentado del pueblo desde el verano, cuando no sea desde el año anterior.
- Encamisá, añoranza hacia todas aquellas personas que no pueden estar físicamente durante estos días por motivos diversos. Todos se harán presentes, unos gracias a la tecnología y otros, en la mente
como cada día desde que nos dejaron. ¡Y son muchos! - Encamisá es, momento de reflexión para valorar todo lo acontecido a lo largo del año donde lo bueno y menos bueno, nos ha hecho crecer, madurar, sonreír y entristecer, decidir, acertar y confundirnos, rectificar, perdonar.
- Encamisá, es celebración, nuestra fiesta magna, ansiada cita, en la que todo un pueblo comparte algo en común, su devoción hacia María, su patrona, y ello es motivo de celebración.
- Encamisá, es testimonio, compromiso adquirido y adherido a nuestra persona. Transmitir a las generaciones venideras este importante legado que nuestros antecesores nos otorgaron.
- Encamisá, oración y agradecimiento por todo lo que tenemos, sentimos, vivimos. Es un paréntesis en el día a día, es situarse uno mismo ante la Madre, con el corazón abierto de par en par, para que
te acoja en su regazo.
Nunca perdamos de vista que el epicentro es María Inmaculada. La mismísima Madre de Jesús. A la que acudimos con fe, a la que suplicamos para que interceda ante su Hijo, a la que tanto le agradecemos, aquella que no pierde de vista a ninguno de sus hijos, que dispone su atención y tiende su mano cada vez que la necesitamos.
Y es este el momento para resaltar esa figura de Madre. Yo, quisiera poder hacerlo navegando entre las estrofas y estribillos de todas esas canciones, que durante tantos años hemos cantado cuando el párroco en la novena anunciaba: “Pídase la gracia que desee concederse”. Esos momentos de silencio donde el coro, rinde su homenaje cantando. Cantos no exentos de sacrificios, de horas de ensayos, para que todo esté a punto.
Esos instantes de nerviosismo que te invaden al romper el silencio del templo introduciendo los primeros acordes para iniciar la plegaria, esa oración hecha música.
Y así, comencemos:
- Símbolo de lo bello y puro: “María mujer que a tantos inspiró poemas bellos de amor… María es esa mujer, que desde siempre se preparó, para nacer, como una flor en el jardín que a Dios enamoró…. Es más pura que el sol, más hermosa que las perlas que ocultan los mares. Más pura que Tú sólo Dios.”
- Ejemplo de Amor: “Madre enséñanos a amar, María Madre enséñanos, a amar al Hijo, amar a Dios, en Ti es siempre un mismo Amor.”
- Guía y consuelo: “Me llevas por el camino, limpias mi llanto y mi sangre”.
- Modelo de sensibilidad y solidaridad: “Tú no entiendes de razas, ni de color, y ves al pobre y al rico sin distinción. En el trabajo de cada día como vivías y amabas tú, queremos madre servir amando viviendo siempre junto a Jesús.”
- Transmisora de la Fe: “Y sobre todo María, cuando nos habla el Señor, en el hermano que sufre, en la sonrisa del niño, en la mano del amigo en la paz de una oración. Danos tu silencio y paz para escuchar su voz.”
- Y como torrejoncillano, no puedo acabar sin citar: “Inmaculada, Inmaculada, mantente siempre junto a mí. Dame tu mano, dame tu aliento que te pueda seguir. Juntos iremos hasta el fin de nuestro caminar imprescindible en mi camino tú serás.”
Esa es María. ¡Eso, y mucho más!
Seguro que nuestra querida Cynthia, sabrá dirigirse a ella representándonos a todos mañana en su ofrenda con la alegría, sinceridad y sencillez que caracteriza a los niños. Estaré atento a tu oración. Sabrás llegar a ella quizás con más facilidad que muchos de nosotros. Disfruta de ese encuentro personal, de esa experiencia que seguro marcará tu vida y la de tu familia.
Tanta son las sensaciones y emociones que podemos sentir cada uno de nosotros ya desde que el inicio del novenario, caldeando a fuego lento el corazón de un pueblo, motivado por cantos y palabras, flores y plegarias, salvas y vítores. Alcanzará su punto máximo de ebullición, la noche mágica, la noche del 7 de diciembre, ya sea en aquellos que se sitúan tras los cristales de las ventanas y en balcones, en el atrio, en mitad de la plaza, a pie o a caballo, dentro del templo sin obviar el brillo en los ojos, cosquilleo en el cuerpo, mirada fija en la pantalla de la puerta de la iglesia intercalada con breves desvíos hacia las manecillas del reloj, gargantas afinadas para vitorear ese estandarte que gozoso portarás este año, Vicente.
¡Muéstrate orgulloso de lo que tienes y vives en esos momentos! ¡Intenta portarlo, al natural, sin adulterarlo! Todo Torrejoncillo, tu pueblo, un pueblo que quiere a María, que une todas sus voces para entonar las estrofas del Pues Concebida cuando se aproxima el anfitrión. Percibe esos rostros emocionados y las tímidas lágrimas que recorren las caras de mujeres y hombre, jóvenes, adolescentes e incluso niños y, vuélcate hacia ellos, aproxímalo hasta esos portales entre luces y sombras para que puedan verlo los que tanto ansían tenerlo cerca. Dirige esa comitiva y disfruta del recorrido abriendo camino entre tiros y vítores en medio de la multitud. Comparte con tus acompañantes ese gran momento. Y cada uno de nosotros, como no, sintámonos figuras esenciales, seamos testimonio verdadero de lo que sentimos en cada instante, sin avergonzarnos.
Pasaremos del alboroto al silencio paulatino al finalizar la procesión y regresar al interior de la iglesia después de recorrer las calles. “En nuestra menta se procesa ya la idea de todo pasó en un suspiro. Todo un año esperando y llega nuevamente el momento de repetir emocionados ¡hasta el año que viene si Dios quiere!”. Pero quedan, trescientos sesenta y cinco días para rendir ese mismo homenaje, para lanzar todos esos vivas, para cantar esos mismos cantos.
Quizás de otra manera, cada uno en su lugar, en su casa, en su trabajo, en su tiempo libre debe hacerlo. Porque a una madre no se la descuida ni un instante. Pues hemos de encontrar ese momento para acompañarla, visitarla, dedicarle tiempo, hablar con ella, mostrarse receptivos para escucharla e intentar seguir su ejemplo… Esa será la mejor forma de afrontar el día a día, hasta alcanzar nuevamente el añorado 7 de diciembre y congregarnos nuevamente todos juntos, para celebrarlo y recargar pilas para un año más.
Para concluir mi intervención en este acto, quisiera resumir mi humilde experiencia con estas líneas animando a vivir y sentir la Encamisá 2016, como una nueva oportunidad que nos brinda la vida de ofrecerte María, todo lo acontecido a lo largo del año, y nos sirva de impulso, para afrontar los nuevos retos y situaciones por llegar. Que cada uno sea capaz de sentirla, vivirla a su manera. Y a pesar de ser muy diversas, todas son dignas, todas válidas, todas, cargadas de recuerdos, pensamientos y deseos albergados bajo tu manto Madre.
…De niño, huía del ruido de las escopetas, me escondía detrás de los cristales, pero ahí estaba siguiéndote con la mirada y oídos tapados; años después, despedía el estandarte acompañando a un gran amante de este pueblo tras esos mismos cristales, al tiempo que por televisión caminaba a tu lado sin mediar paso hasta el altar, a causa de su enfermedad.
Fue pasando el tiempo, fuimos creciendo, quien me refugiaba del bullicio cuando niño, me regalaba esa escopeta con la que tantos vivas transformados en salvas habré lanzando en tantas y tantas paradas obligadas a lo largo del recorrido, siguen estando allí presentes, son lugares cargados de sentimientos y recuerdos. Con los años, vinieron los pequeños y dejamos de cargar con la escopeta y la mochila repleta de cartuchos para llevarlos cogidos a ellos y colocarnos donde empezaran a ver, a sentir, como decimos aquí “a mamar desde chicos”.
Y últimamente ya, nos reunimos dentro del templo, buscando en medio del ruido exterior los momentos previo a la apertura de la puerta, el silencio interior, para estar más tranquilos junto a nuestros mayores, que aún no se rinden y quieren estar presentes para agradecerte Madre, la oportunidad de estar todos juntos otro año más, grandes y chicos, orgullosos de tener una familia cada vez más amplia, permitiendo unir en la misma plegaria a abuelos, hijos y nietos al pasar tu estandarte a nuestro lado y vitorearlo como quiero hacerlo esta noche unido a cada uno de vosotros:
¡Viva María Santísima!
¡Viva María Inmaculada!
¡Viva la patrona de Torrejoncillo!
¡Viva Nuestra Madre!
Muchas gracias.