Dña. Pilar Núñez
Buenas noches a todos, como bien me han presentado, soy Pilar Núñez, enfermera de profesión, cristiana de vocación, y torrejoncillana de adopción.
Hija de padres torrejoncillanos, es un halago y un honor que hayan pensado en mí para elaborar y hacer el pregón de la Virgen, nuestra madre, en este año 2014.
Le doy las gracias a todos aquellos que hacen posible esta fiesta, que no son pocos ,y con muchas horas a sus espaldas para que hasta el más mínimo detalle salga bien.
Gracias a la Junta Directiva de la Asociación Paladines de la Encamisá por haberme elegido, y, a cada uno los que están aquí, detrás del televisor o del ordenador, por dedicar un poco de su tiempo a escucharme.
No soy una gran erudita , ni experta en María, lo mío no es estar aquí delante, sólo soy alguien que espera presentarles esta celebración de manera digna, y desde el corazón,...porque no entiendo otra forma de vivir esta fiesta.
Y , ahora, ¿por dónde empezar?
· Pensar en la Encamisá, es pensar en la Virgen María, la figura en torno a la cual gira esta celebración.
· Pensar en la Encamisá es pensar en la Fiesta, en la tradición ,en la alegría de una noche que he vivido desde mi infancia.
Esa noche muchos hombres de nuestro pueblo recorren a caballo las calles de Torrejoncillo, según la tradición, recordando alguna batalla en la que combatientes encamisados huyeron de las tropas francesas confundiendo lo blanco de las sábanas con la nieve del lugar.
Otras historias nos hablan de una batalla en Flandes ,..., de una u otra forma lo que nos ha llegado es el hecho de cómo aquellos soldados, agradecidos a la Virgen por su ayuda en el conflicto, comenzaron con esta "peregrinación a caballo", convirtiendo aquellas armas en faroles con los que iluminar las calles de nuestro corazón, de nuestro pueblo.
Esto supone recordar a los que ya no están, los que han llevado el estandarte de la Virgen con devoción y Fe, entre ellos , mi padre, en el año 87, cuando apenas yo tenía 12 años. Como él, muchos ahora no se encuentran entre nosotros, pero nos han transmitido la Fe en Jesús, a través de su madre, María, en el consuelo que ella les ha infundido a lo largo de la vida.
Empecemos a hacer un recorrido por este "pensar" en la Encamisá, a eso les invito en una noche como hoy.
· Pensar en la Encamisá es pensar en María, es descubrir esa mujer humilde, joven, recién desposada, que cuando apenas estaba descubriendo el mundo como mujer de su época, se ve sorprendida por Dios, que le pide confianza en Él.
Desde niña, el relato de la anunciación me ha parecido algo edulcorado, a mi entender, y, cuando una es niña lo acepta. Pero cuando una, como mujer, se va haciendo mayor y trata de profundizar en la figura de María, para entender un poco su Fe, mi Fe, descubre a una mujer, casi podríamos hablar de una adolescente de no más de 16 años, que de un día para otro se ve embarazada, y, no de su prometido.
En una época en la que la mujer es una persona a la que se le pide obediencia y entrega al marido, María se encuentra con un acontecimiento que ,a los ojos de los que le rodean, le muestra como mujer adúltera , a la que castigar, separar, dar de lado.
Desde este marco histórico, la situación que le toca vivir no podría explicarse de otra manera.
En este relato, visto con otros ojos, es donde comienzo a descubrir la figura de María.
María, no es la mujer sumisa que a veces nos hacen llegar determinadas imágenes. María es una mujer de Fe, con gran determinación que, a pesar de los convencionalismos que le rodean, por su Fe en Dios, no duda en arriesgarse a ser repudiada , a ser excluida de la sociedad, y sigue adelante con los planes que Dios tiene para ella.
¿Qué sentimientos debió tener? Por un lado, la alegría y el gozo de sentirse elegida por Dios. Por otro, la incertidumbre que esto suponía ¿qué preguntas se haría?, ¿qué dudas tendría en la soledad de su alcoba?
La figura de María, se presenta como modelo de entrega y seguimiento , pero también de miedos, que supo vencer por la confianza puesta en Dios.
Ser la elegida no quiso decir por ello que la vida le fuera fácil.
Desde aquí toda mi admiración.
Decidida a traer a este mundo a Jesús, vemos como Dios Padre hace que su esposo, José, se quede a su lado ( aunque se le pasara por la cabeza "salir corriendo"). Acompañada por José, da a luz en un lugar humilde y sale huyendo a Egipto con lo poco que tiene encima.
Desde el inicio, vemos en ella un ejemplo de valentía, de no rendirse.
Vive de manera sencilla, con el dinero que da el trabajo de José. Va viendo crecer a su hijo, y aquí yo me pregunto, ¿no querría un futuro duradero y halagüeño para Jesús?
Como toda madre, muestra disconformidad con algunas de las actitudes de su hijo, algunas de sus decisiones, ejemplo de ello, lo vemos cuando Jesús, siendo todavía un niño, se pierde en el templo entre los doctores, y su madre le pregunta angustiada "Hijo, ¿por qué has hecho esto?", tras haber estado buscándolo por todos lados con José (Lc 2,41-51).
María no le entiende, pero le quiere , y le acepta tal cual es. ¿Cuántas noches sin dormir pasaría cuando Jesús, marcha con los discípulos a anunciar el Evangelio ? ¿Cuántas madres o padres, de los aquí presentes, no se identifican con esa intranquilidad que se tiene, cuando uno de tus hijos toma una decisión que crees equivocada, y que puede acabar mal, pero tienes que aceptarla?
Esa humanidad de María, hace de ella un referente.
Vio encarcelar a su hijo, lo vio torturado...y lo vio morir,... Ante el dolor que supone la pérdida de un hijo, de un ser querido, ¿cómo no renegar de Dios?
Pero María no lo hizo, María nos da ejemplo ,de cómo, en la dificultad, siempre está presente Dios, acompañando. María no entendería por qué su hijo tenía que morir, pero los hombres le mataron, y Dios Padre le Resucitó....y quizás, está aquí el "quid" de la cuestión: ¿tenemos esa Fe como María?
Esta fiesta, la Encamisá, es lo que me recuerda y celebra : María me interpela como ejemplo de Fe en las alegrías y en los momentos difíciles.
Y, así , llegamos a la noche de la Encamisá.
· Pensar en la Encamisá es pensar en la Fiesta, en la tradición. En estos días , son muchos los recuerdos que vienen a la cabeza: las novenas, las escopetas, los caballos, los coquillos,...,el encuentro con otros, creyentes y no creyentes.
Desde pequeñita cuando se iban acercando estas fechas, en Madrid, mis padres siempre miraban el calendario "a ver cómo cae este año el 7 de diciembre".
Había que hacer todo lo posible por venir al pueblo, aunque fuera laborable, ese día antes de las diez de la noche había que estar aquí. Como tantos otros que han emigrado fuera , volver en esa fecha, se convierte en una prioridad.
En Noviembre, casi siempre, alguien de la familia llama para decirnos quien es este año la oferente, el pregonero y el portaestandarte o mayordomo "anda pues este año es fulanito, hay mayordomo, tenía promesa....".
Año tras año, son motivos de alegría ,y, en este punto cómo olvidar 1987, cuando mis tíos y mi abuela llamaron a casa conmovidos porque mi padre había salido portaestandarte en el sorteo. Ver a mi padre llorar era algo difícil, pero ese año la emoción le pudo. Así, llevó con gozo y orgullo, acompañado por la familia y los amigos, el estandarte de la Virgen por las calles de Torrejoncillo, su querido pueblo. La Inmaculada había sido esa madre en la que refugiarse tras haber perdido a la suya, mi abuela Pilar, cuando él tenía 14 años, algo que marcó a todos los hermanos, quizás por eso la devoción a María que nos han transmitido a lo largo del tiempo.
Años más tarde, enfermo ,y sabiendo que le quedaba poco de vida, fue una gracia, y creo que puedo decir una suerte, poder disfrutar con él su última Encamisá desde el balcón de casa. Siempre hemos vivido en la plaza, al lado de la iglesia, y desde allí hemos podido ver muchas veces la salida y entrada del estandarte de la Virgen. Si hoy pudiera estar aquí, creo que también le vería alguna lágrima.
Tampoco puedo olvidar a mi abuela Francisca, bordando los pañuelos del gajo, que le encargaban especialmente en estas fechas. Para mí el pañuelo es símbolo de la ofrenda a la Virgen: "Que si las uvas están bien hechas,(repetía ella)... que si voy a tener que rehacerlas".....en el tambor bordando y el brasero en los pies para no pasar frío. Asistir a las novenas y rezar el rosario, aunque yo no fuera muy de rosario hija de otra época y cultura, era la manera de rezar juntas ,y, una gracia.
Y, ¡cómo no hablar de los coquillos! Hacer los coquillos, con más o menos miel, para poder ofrecerlos al visitante, es uno de los recuerdos siempre presente en estos días: en cualquier casa del pueblo en la que entres allí están para el que llega.
Así cómo no mencionar los huesillos ,la preparación de las "jachas" y las "joritañas" para verlas arder la noche de Encamisá,... En numerosos detalles que rodean esta celebración vemos cómo se mezcla lo pagano y lo divino, la fiesta popular con la religiosa, donde una lleva a la otra de la mano. De este modo se van acumulando recuerdos.
Desde que empecé a trabajar, ha habido ocasiones en las que no he podido venir , creo que muchos de los que vivimos fuera nos podemos identificar con este hecho.
En noches así el teléfono vuelve a ser un gran elemento en la comunicación. La familia , los amigos te llaman para acercarte a la fiesta. Con el paso del tiempo he de agradecer a las nuevas tecnologías, como internet, y a los que lo hacen posible, que nos hayan permitido a muchos emocionarnos con las imágenes en la distancia.
Aquí, no puedo olvidar diciembre de 2008, la noche del día 7. Ese año lo pasé en Benin, país del África Subsahariana, en un proyecto misionero al Norte del país , en un hospital para gente sin recursos en zona rural, cerca del desierto. Allí había marchado con la Sociedad de Misiones Africanas, Instituto misionero del que formo parte desde el año 2003.
Ese día, había tenido lugar una celebración por la tarde en la Misión. Por aquellas latitudes, los horarios son diferentes a los nuestros, todo se hace más temprano, a las 8 de la tarde ya habíamos acabado, y, a las diez de la noche yo ya estaba esperando la llamada de mis padres. Habían dicho que contactarían conmigo, y eso hicieron. Oír las escopetas por el teléfono, los VIVAS a la Virgen en el auricular, te remueven ,aunque uno no quiera.
Pero además, pensar que a tantos kilómetros, esa noche, todos nos uníamos en oración, en recuerdo a María, era emocionante. Allí acabábamos de celebrar una Vigilia a la Inmaculada con la comunidad de base de la Misión. De manera sencilla y humilde, también habíamos expresado esa admiración a María , quizás con menos recursos, menos algarabía, pero la misma devoción. Como en tantas otras ocasiones, se ponía de manifiesto el aspecto universal y de hermandad que tiene la Iglesia, donde todos somos una gran familia , no lo olvidemos.
Para algunos de los que vengan en estas fechas al pueblo, será la fiesta del espectáculo a caballo de " esos que van con los faroles", pero, para el creyente va mucho más allá. Es una fiesta en la que se celebra el decir Sí a Dios, se celebra la esperanza en una promesa hecha. De este modo, recorremos las calles con devoción buscando el refugio de una madre. Es una noche, en la que cantar la Salve te llena los ojos de lágrimas cuando te unes en oración a tu pueblo.
Y, es que cada "Viva" que se oye, admira esa Fe en Dios, anhela ese seguimiento.
Cada "Viva" que se escucha, busca consuelo ante el dolor pasado o presente, da gracias por las promesas cumplidas o por llegar, por la alegría de las buenas noticias o los problemas resueltos. Cada Viva, reconoce la entrega que fue capaz de hacer esta gran mujer. ¿Cómo no emocionarse ante esto?
Hacia el final del evangelio de Juan, estando Jesús en la Cruz (Jn19,26-27) leemos:
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre".
Con estas palabras Jesús, nos deja una madre que velará, y cuidará de nosotros. Cercana, humana, decidida y, sensible a las necesidades de los demás. Ella pide a Jesús que convierta el agua en vino en las bodas de Canaá,y es que, ¿quién mejor que una madre para pedir al Padre por sus hijos?
Desde que comencé a escribir este pregón, no he podido dejar de lado las noticias en los medios de comunicación: los casos de ébola en aumento, los cristianos perseguidos en Irak ,Siria,..., los extremismos exacerbados, los conflictos bélicos y políticos que inundan tantos rincones del planeta, los desahucios, la corrupción, los inmigrantes en las vallas,..., nada de esto puede dejarnos indiferentes,
¿Cuántas Marías están llorando hoy la pérdida de un ser querido por razones que nadie entiende (enfermedades, accidentes, hambre,...)?
¿Cuántas Marías no encuentran hoy posada donde quedarse porque le han desahuciado al no poder pagar la hipoteca o se ha llevado la casa un tifón?
Pero sobre todo, ¿cuántas Marías siguen con ánimo hacia delante porque la vida es confianza plena en Dios, aunque las circunstancias quizás no lo favorezcan?
Sin olvidar estos acontecimientos, no puedo más que alegrarme al ver a un pueblo como este, azotado por la crisis económica que sufre toda España, volcarse con alegría y pasión en preparar una fiesta así, mostrando sin complejos una Fe y esperanza que anima a seguir adelante, porque si María confió en el Padre, nosotros también, y como ella intentemos ser fieles.
En el comienzo del recorrido mi sitio favorito es el atrio de la Iglesia, al final del mismo el altar mayor. Desde aquí , quiero acabar hoy este pregón, desde el lugar dónde he esperado muchas veces entrar el estandarte, viendo al pueblo volcándose en VIVAS a la Inmaculada, imagen que sólo lo entiende el corazón de alguien que ha vivido la fiesta de toda la vida, de todo Torrejoncillano.
Desde aquí, en una noche como la que se acerca, la Encamisá, situémonos con sencillez y sinceridad ante el Sagrario, ante el Padre.
Él nos conoce como conocía a María, con nuestras miserias y limitaciones, pero también con nuestras virtudes y nuestras capacidades,
Él sabe hasta dónde podemos llegar.
Que el Señor nos ayude a saber decirle Sí como hizo María:
¡¡Viva María Santísima!!
¡¡Viva María Inmaculada!!