Srta. Siro Domínguez Sánchez
MARÍA INMACULADA MADRE nuestra: En este hermoso día de tu “Encamisá” tan cargado de recuerdos y lleno de emociones, la juventud de Torrejoncillo, tu juventud, acompañada de sus madres y hermanas pequeñitas, venimos a ofrecerte estas bellas flores.
Pero queremos Madre, darte más, ofrecerte más, lo mejor que tenemos, NUESTRA JUVENTUD, Con ella nuestros anhelos, nuestras esperanzas, nuestros deseos de superación… Te ofrecemos cuanto somos, cuanto tenemos…
Deseamos tener una juventud sana, pura, la flor más hermosa que hoy podemos ofrecerte. Haz que toda nuestra vida sepamos conservarla y si un día caemos, con tu inmenso amor de madre, perdónanos y ayúdanos a levantarnos.
Como Madre nuestra, vela por nosotras. La vida moderna nos acecha constantemente en infinidad de peligros y nosotros queremos ser como Tú, tenerte como modelo, ser tu fiel reflejo. Sabemos cuánto cuesta, por eso pedimos ayuda.
No queremos caminar a ciegas, Madre, sé el faro potente y luminoso que guíe nuestras almas por este mar borrascoso de la vida, llévanos de tu mano al puerto feliz del cielo para estar junto a ti.
En este día nos sentimos mejores, te pedimos por nuestros padres q quien tanto debemos, por todos los desvelos y sacrificios que los hijos los costamos, por tantas incomprensiones nuestras… Dales cuánto merecen, haz que nunca defraudemos el cariño que han depositado en nosotros.
No olvidamos a nuestras pequeñas, ellas serán el relevo de nuestra juventud. Vela por ellas, Madre, cuídalas con todo el mimo y cariño que siente una madre hacia el hijo pequeño…
Un recuerdo también para nuestros seres queridos y nuestras compañeras que nos dejaron y descansan en el sueño de la muerte. Hoy no están con nosotras, no podrán ofrecerte flores, esto nos apena, pero espiritualmente nos alegra ya que estamos seguras que ellas, junto a ti en el cielo, te habrán hecho la mejor ofrenda con la flor más preciada, su vida.
En esta noche y en este día, cuando cantemos tu nombre, cuando miles de gargantas torrejoncillanas te aclamen, más arriba de las estrellas, allá en el cielo, las almas de los que se fueron gritarán con notros ¡Viva María Inmaculada!
Por último Virgen Madre, mira a este pueblo que tanto te ama, Torrejoncillo. Tú conoces cuántos males le aquejan, como añora a sus hijos ausentes que hoy desde lejanas tierras te recuerdan, haz que vuelvan, que vivamos unidos, en paz y todos juntos podamos decir como el poeta:
¡Que el mundo pura te adore!
¡que te cante y que te implore!
¡que tu le mires amante,
cuando rece, cuando llore,
cuando bregue, cuando cante!
Y que una voz concertada, tu pueblo
diga ante tanta grandeza
la Humanidad prosternada:
¡Gloria a Dios en la pureza
de María Inmaculada!