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Srta. Carmen Mª Alvíz Gil

 

1986 SRTA CARMEN MARIA ALVIZ GIL 

Aquí nos tienes, María,

un año más a tus plantas,

unidaa bajo ese manto

con el que tú nos amparas.

 

Y con la misma alegría,

mismo anhelo y esperanza

de que llegase esta hora,

por todas tan deseada.

 

Ahí las puedes contemplar:

desde la mujer casada,

seria, madura, prudente,

firme, afanosa y honrada,

hasta esos tiernos capullos

representando a la infancia,

sin olvidar las más jóvenes,

plenas de hermosura y gracia.

 

Están luciendo elegantes

nuestro pañuelo y la saya,

los aderezos, pendientes,

lo mejor de nuestras casas,

buscando a ti parecerse,

porque tú eres la más guapa.

 

Y quieren manifestarte,

esta tarde, en esta ofrenda,

lo mismo que los varones,

mañana, con escopetas.

Pues sus gritos son iguales,

iguales son sus creencias.

 

Hoy sí que se ve la unión,

hoy no existen diferencias,

unidas todas en ti,

las de dentro y las de fuera,

quizás con gran sacrificio

por estar aquí esta fecha,

porque saben, reconocen,

siempre que llega esta fiesta,

que ellas se acuerdan de ti

porque tú te acuerdas de ella.

 

Con las flores te ofrecemos

todo el símbolo que encierran:

rosas, claveles, gladiolos,

flores de hermosura plena.

 

Con el rojo del clavel

va la sangre de esta tierra,

sangre de nuestros mayores,

de nuestras madres y abuelas,

que nos hicieron amar

una tradición tan bella,

que nosotras, pequeñitas,

prometemos mantenerla.

 

El rojo porta el fervor

que Torrejoncillo muestra

por su Virgen, por su Pura,

por su Madre y por su Reina.

 

El blanco es de admiración

por tu probada pureza,

y ¡ojala! la conservemos,

nosotras, pobres doncellas

es color de sencillez,

de candor y de inocencia,

es el color de tu cara,

el color de las estrellas.

 

El rosa apunta al amor,

pudor y delicadeza,

virtudes que, sólo tú,

puedes presumir tenerlas.

 

Con ese verde del ramo,

con esas esparragueras,

va toda nuestra ilusión,

nuestra esperanza en ti puestas,

de que nos abras, un día,

del cielo todas las puertas,

pues, aunque no merezcamos

por las humanas flaquezas,

contamos con el auxilio

de ti, divina portera.

 

Con estas flores, María,

va también nuestra plegaria,

muy sincera, muy humilde,

muy sencilla, pero amplia.

 

comienzo por las niñas,

las mujeres del mañana.

Consérvanos como tú,

como estas flores, intactas.

 

Yo sé que puedes hacerlo,

tú, concebida sin mancha,

ayúdanos, Virgen Pura,

en este valle de lágrimas,

como nos dice esa salve,

que cantamos con el alma.

 

Protege a la juventud

de caer en las desgracias,

que este mundo les ofrece,

todo plagado de trampas.

Hoy los tiempos que corremos

no son dignos de alabanza,

son reflejo del pecado,

no se vislumbra esperanza.

 

Sólo tú, Virgen María,

sólo tú puedes salvarlas.

 

Por todas nuestras mayores

ruego también, Virgen Santa.

Que ellas sean como un espejo

donde podamos mirarlas,

y poder así aprender

en la vida a ser honradas.

 

Dales salud muchos años,

que nos hacen mucha falta.

 

No olvides a las ausentes,

que ellas sí que te recuerdan.

Se tuvieron que marchar.

No están aquí en tu presencia,

pero seguro que hoy

te tienen en sus cabezas.

 

Cuida de nuestros difuntos,

cuida de todas aquellas

que ya nos abandonaron

para vivir a tu vera,

y que hoy, desde ahí, desde el cielo,

seguro que nos contemplan,

pues tú les has recordado,

con un aire de coqueta:

“Vamos, vamos, pringoninas,

deprisa, que hoy es la ofrenda,

y de nuevo podréis ver

algunas de vuestras prendas,

portadas con gran salero

por vuestras hijas o nietas”.

 

Te pido por nuestros padres,

por los abuelos y abuelas,

para que en nuestras familias

reine una armonía completa,

y haya salud y alegría,

pan, trabajo y convivencia.

 

También por nuestros maestros,

que ellos son los que se esfuerzan

en orientarnos la vida,

asistiendo a sus escuelas.

 

Por nuestras autoridades,

los sacerdotes, la Iglesia.

 

Que los Paladines sigan

muy firmes en tu defensa

y hagan cada día más pura

esta simpar fiesta nuestra.

 

Ahora ya nos despedimos,

volvemos a nuestras casas,

limpios nuestros corazones,

con un nudo en la garganta

por no poderte decir

lo que sienten nuestras almas,

pues lo que todas sentimos

no se dice con palabras.

 

Por eso te pido a ti,

mujer torrejoncillana,

te pido gritar conmigo

 

¡VIVA MARÍA INMACULADA!

¡VIVA LA PATRONA DE ESPAÑA!

¡VIVA MARÍA SANTÍSIMA