Srta. Gemma Montero Rodrigo
Señora y Madre Nuestra: con el raudal de amores, que de nuestros juveniles corazones brota, un año más, nos tienes ante tus soberanas plantas para ofrendarte con estas flores, belleza natural y humilde sin la comparamos con la inigualable de vuestra excelsitud. Te expresamos, con la fogosidad que caracteriza nuestro temperamento, todo el amor, sencillo y sincero que, nuestra edad encierra.
¡María! Espejo inmaculado, donde todas las miradas tienen puesta la esperanza, pues sin ti y como dice el cantar, “la vida es un valle de lágrimas”… contigo, la felicidad y entusiasmo en el vivir, fácilmente es alcanzable.
¡Señora!, tú que conoces el destino de todos los humanos, condúcenos por el camino de la rectitud para no errar en lo importante; sabes, María, de los problemas que la vida a ésta juventud que aquí te implora, le plantea; sabes, de las mil encrucijadas tortuosas por las que diariamente tenemos que pasar: los falsos cantos de sirena, que ensordecen nuestros oídos y nos conducen al mal: la droga, la envidia y la vida fácil de la delincuencia pagada.
¡Señora!, haznos ver claro tu mensaje.
Yo, al igual que mis compañeras, en muchos casos nos encontramos indefensas, sobre todo, ante los placeres que los medios modernos hoy a la juventud le brindan. Tenemos esperanza, en que tu amor hacia esta juventud torrejoncillana, hará que cada día ganemos más gracia ante Dios, sin perder en nada, las características propias de nuestra alegría juvenil.
Deseo pediros Madre, por nuestros progenitores, para que siga conservando (viva) la llama de la fe hacia Vos. Por nuestros ancianos, antorchas vivas de un culto que han conservado al paso de los tiempos; por nuestros emigrantes, para que el amor hacia ti, que llevaron de su tierra, lo conserven y propaguen en la esperanza de un pronto retorno a la tierra que les vio nacer; por nuestros queridos enfermos que, sufren en el lecho del dolor, para que encuentren en Ti la esperanza y el remedio en sus dolores; por Nuestro Santo Padre Juan Pablo II, peregrino y mensajero por los caminos de España que a poco recorrió, llevando viva la fe en vuestra majestad, al postrarse de hinojo ante tus diversas advocaciones; por nuestra querida patria y sus gobernantes, para que nunca pierda el camino que la historia, la tradición y el mensaje de nuestros antepasados le han marcado, en el sentido de ser España la nación defensora del dogma de la Inmaculada Concepción, prerrogativa, María, que sólo Vos atribuiros.
Vela Madre, por este Torrejoncillo de nuestros amores, por este pueblo, que rendido ante tus plantas, canta y llora de emoción cuando todos los años te dedica éstas fiestas. No consientas que la fe, reciamente conservada en el tiempo, se desvanezca; antes bien, haz que se aumente cada día más. Que esos piropos de amor, que de todas las gargantas brotan espontáneos en la noche de la Encamisá, sirvan como ofrenda del amor que todos te profesamos; y que todo torrejoncillano sin discriminación ni de sexo, ni de edad, sea un Paladín defensor de tus gracias, que ante el mundo entero se sienta orgulloso por tenerte como su Madre y Señora.
Y en este momento en que la mujer torrejoncillana te ofrenda sus amores materializados en estas flores, yo también, en nombre de la juventud de mi pueblo os pido Madre, que no nos abandones; y con todos los aquí reunidos, recibe también mi ofrenda junto al sentir del anónimo poeta que me pide os diga:
JURARÉ MI AMOR POR TI SEÑORA,
UN DÍA EN QUE TU ME LO DEMANDES
LIBRE MI CORAZÓN, PORQUE TE ADORA…
IMPORTA EN NUESTRAS, PROCELOSAS VIDAS,
ANTES, PERDER EL GOZO EN LOS PLACERES, QUE,
NUNCA, LAS GRACIAS POR TU AMOR RECIBIDA…
ROGARÉ POR LOS CAMINOS DE MI VIDA
OLVIDANDO POR TU NOMBRE LAS VILEZAS
DEL HOMBRE QUE TE NEGARA, ¡VIRGEN QUERIDA!...
RUEGA POR NOS, A TU HIJO CELESTIAL,
IGUAL QUE NOSOTROS, A TI VAMOS EN PORFÍA,
GENEROSOS CUAL AGUA DEL MANANTIAL…
UNE NUESTROS CORAZONES POR EL BIEN,
EN EL TIEMPO QUE NOS DES PARA VIVIR
ZUMUROSOS DEL NÉCTAR DE TU MIEL…
¡VIVA MARÍA INMACULADA!
¡VIVA LA REINA DE LOS ÁNGELES!
¡VIVA LA PATRONA DE TORREJONCILLO!
María Gemma Montero Rodrigo