Dña. Martina Bueso Rodilla
Santísima Virgen Madre nuestra:
Hoy es un día grande para nosotras. Es el día en que la mujer torrejoncillana se hace protagonista, para rendirte su homenaje más ferviente de amor y devoción.
Un año más, has permitido que estemos ante Ti, Reina del Cielo para vivir ese sentimiento que nos empequeñece haciéndonos ver que somos nada, al mismo tiempo que nos eleva y engrandece, porque realmente nos sentimos tus hijas.
Gracias madre. Aunque incapaces de explicarlo, vivimos lo que es amarte y saber que nos amas; por eso en estos momentos de completa comunión contigo, abrimos nuestro corazón lleno de cicatrices que la vida ha ido dejando en él.
Tú sabes que no es fácil vivir la vida de hoy como verdaderas cristianas. Las tradiciones se van perdiendo, principios que se aceptaban por todos, han desaparecido. Nos invade la indiferencia, la desgana, la falta de fe. La confusión reina por doquier y el camino a seguir se hace difícil.
Mas a pesar de todos, de nuestras flaquezas y desalientos, allá en el fondo de nuestras almas, siempre queda algo vivo y palpitante que aflora en estos días.
Tú eres, Madre, nuestra confianza, nuestra esperanza y salvación. Hacia Ti volvemos nuestras miradas para pedirte aliento, para que nos devuelvas la seguridad que hemos perdido, para que nos guíes y marques nuestro rumbo.
Esta noche, Virgen Santísima, cuando emprendamos nuestro caminar de penitencia, desgranando avemarías, por nuestras empinadas callejuelas, tú estarás con nosotras, sabrás que, a pesar de todo, estás muy dentro de nuestro corazón y oirás nuestras súplicas por todo aquello que necesitamos: por nuestros hijos, por nuestros familiares, por nuestros ausentes, por los momentos difíciles que cada uno ha vivido y tiene que vivir, por aquella enfermedad de un ser querido, por los que un día te llevaste de nuestro lado… por tantas y tantas cosas… y sentirás nuestro callado llanto, lágrimas que quisiéramos las convirtieses en abundante lluvia para regar nuestros resecos campos, para saciar la ser de nuestros ganados y que aquellas fuesen el agua pura y viva que haga crecer nuestro amor hacia Ti.
Hoy, noche de penitencia, noche de súplicas y plegarias, noche de regocijo y fervor, y mañana… Mañana Virgen nuestra, Tú serás el delirio, entre salvas y pólvora; resonarán nuestras gargantas por todos los rincones de nuestro pueblo, y los más bellos piropos se oirán al paso de tu Estandarte… Y como escribió un día un gran poeta extremeño:
¿Qué más decirte podría
en tu alabanza y loor,
después de decir que un día
fuiste sin mancha, ¡Oh! María!
La Madre del Redentor