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 Srta. Belén León Montero

 

1991 SRTA BELEN LEON MONTERO

MADRE:

En este momento, en que nuestra iglesia está abarrotada de hijos tuyos, mi voz tiembla de emoción al hablar en nombre de la juventud de Torrejoncillo.

Un nudo me oprime la garganta al recordar tu mirada serena, bondadosa y maternal envolviéndonos a todos, porque a todos nos amas, ya que nos llevas en lo más profundo de tu corazón de Madre. Pero de un modo especial centra tu atención sobre esta hija, que quiere mostrarte su amor de una forma sencilla, con palabra, que al llegar a Ti, se conviertan en caricias y resuenen como palmas de contento aunque detrás de ellas, bien sabes tú, tienen una pena escondida.

Por esto comprenderás, Madre Mía, que a pesar de haber formado este ramo, flor a flor, pensando en Ti, mi ofrenda tenga que ser compartida y que, entre estas aterciopeladas rosas, esconda un pensamiento para aquella otra madre que me llevó en sus entrañas, que cubría mi cara de besos y de quien tengo añorados y lejanos recuerdos porque del jardín del mundo, Jesús quiso cortarla hace tiempo. Pero hoy, a tu lado, la veo sonriendo pues, al cargar tan joven con la cruz del sufrimiento, tuvo fe en la Victoria de Cristo y, ahora, seguro que está en el Cielo, contemplando orgullosa a su hija al pie del altar desgranando plegarias y ruegos.

Confiada en que las dos tenéis la mirada clavada en mi, doy gracias, y al mismo tiempo suplico, por esa que aquí en la Tierra, habéis puesto en el camino de mi vida, y que con su amor ha ido cerrando mi herida al hacer suyos mis llantos o alegrías; que ha pasado las noches velando mis sueños y los días cuidando mis pasos dándome todo lo que lleva dentro.

Gracias por esos otros seres que también me han querido y que con sus enseñanzas han encauzado mi mundo.

GRACIAS POR TANTAS Y TANTAS COSAS…

Madre Inmaculada, quiero pedirte, en nombre de las jóvenes de tu pueblo que sea tu pureza el espejo donde cada día nos miremos para conservarnos limpias y sin mancha como fiel reflejo de tu imagen; la fe en Ti, el timón que conduce nuestra nave, en medio de tempestades, hasta puerto seguro; que cuando estemos perdidas entre sombras y tinieblas seas la luz que ilumine el sendero de nuestra juventud; tu humildad el ejemplo para salir del orgullo y egoísmo que nos rodea; que cuando estemos enfermas o abatidas hagas renacer en nosotras la esperanza; que seas la causa de nuestra alegría cuando estemos satisfechas y rebosantes de gozo.

Madre, reina en los que conducen el destino de las naciones, para que la paz triunfe en todos los continentes y reine también sobre la Iglesia para que sea roca fuerte contra grandes oleajes.

Además, Madre Purísima, te pido por las intenciones de todas las personas de este pueblo tan tuyo donde tienes un altar de amor en cada uno de nuestros corazones.

Para terminar a mis dos madres imploro y a las dos mi existencia encomiendo. Segura y contenta iré por la vida pensando en sus grandes AMORES.

 

Y por tener en el Cielo Dos Madres, ¡ ahí va mi recuerdo !

¡ VIVA MARÍA SANTÍSIMA !

¡ VIVA MARIA INMACULADA !

¡ VIVA LA PATRONA DE TORREJONCILLO!