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Srta. Isabel Santos Rodríguez

 

¡VIRGENCITA MÍA! 

Presurosa, palpitante y un tanto nerviosilla, he recorrido las calles, colmadas de colorido, para llegar hasta aquí a entregarte, prendida en mis flores, la misión que me han encomendado: “Rendirte los honores que como Reina mereces y como Virgen, hacerte saber las súplicas de todo un pueblo, de nuestro pueblo”.

En estos momentos, a pesar de esta Iglesia rebosante y de las temblorosas emociones que me embargan, me encuentro más tranquila, más serena, por la bondad de tu mirada y en el sosiego que me infunde tu cálida sonrisa, comprendo por qué eres, ante todo, “Madre que protege a sus pequeños” como afirmaban mis papás y abuelitos al decirme, con palabras cariñosas, hace unos días, que olvidara mis temores y cuidados.

Ahora, que con la dulzura de un beso me recibes y me calmas, ¡te siento Madrecita!, ¡te siento tierna y humana!

¡Siento que tus manos delicadas me acogen y me abrazan, que me estrechas en tu pecho para que muy cerquita de tu corazón, te susurre mis anhelos!

Cobijada en el calor de tu regazo déjame soñar que esos angelitos de tus plantas, son los de un poema que el maestro nos leyó y que traviesillos como aquellos, los consientes y permites que en sus juegos, cuando escapan de tu lado, armen la marimorena buscando el dónde y el cuándo.

¡Madrecita! Tú que también fuiste niña, déjame soñar que en esos vuelos, rescatan la libertad del mar donde duerme, enjugan el llanto que me dejan a su paso las batallas y ponen, en manos de los niños, lapiceros de colores que dibujan en el horizonte, el arco iris de la paz.

¡Déjame soñar que siembran de escuelas desiertos pedregales, que llenan los patios de recreo de risas y de un nuevo griterío porque un niñito de piel morena, el más travieso, con los dedos de sus pies al descubierto, veloz, en uno de sus juegos preferidos, con un penalti marca el gol que da el triunfo definitivo a la justicia!

¡Déjame imaginar que en los cánticos infantiles de esa victoria estrechan, para siempre, las manos los continentes y las razas!

¡Déjame soñar que enseñan el nombre de tu Hijo a los chiquillos que no lo conocen para que en primavera, le abran con nosotros su corazón y lo reciban!

¡Déjame saber que esos mensajeros tuyos llevan a los hospitales una brisa de !esperanza!

¡Que arrancan de la Tierra los cardos del dolor y la colman de azucenas! ¡Qué visten de gala a la Naturaleza y que, de regreso a casa, en una hábil pirueta, se cuelan en las nuestras y en cada una de ellas dejan lo más preciso, lo que más se necesita, además de la frescura de Tu Nombre para que el venero de fe del que bebemos siga brotando y brotando!

Sin ser caprichosilla, déjame alcanzar un deseo más:

¡Quiero despertar! Estar en esta Iglesia tan repleta y sentir, en el descanso y la quietud de tus querubines, que han sabido esparcir por el mundo la pólvora de mi ilusión.

Porque... ¡Madrecita!, un poquito, aunque tan sólo sea un poquito...,¿verdad que lo han conseguido?

¡Virgencita! Al igual que noche y estrellas van juntas, juntos van sueño y deseo, juntas van también petición y gratitud en mis pequeñas palabras.

¡A Ti, que eres olor de olores! Junto a mis flores te entrego mi amor y las ganas de decirte esos piropos tan bonitos nacidos del Pueblo, que te repetiré con todo mi cariño al recitar unos versos de dos poetas, que en sus vidas en Ti tenían su fuente de inspiración, y que así te cantaban:

ERES TU ¡VIRGEN MARÍA!

SOL DEL MÁS DICHOSO DÍA

VASO DE DIOS PURO Y FIEL,

¡POR TI PASÓ DIOS MARÍA! Y,

¡CUÁN PURA EL SEÑOR TE HARÍA

PARA HECERTE DIGNA DE ÉL!...

¿QUÉ MÁS DECIRTE PODRÍA

EN TU ALABANZA Y LOOR

DESPUÉS DE DECIR QUE UN DÍA,

FUISTE SIN MANCHA, ¡OH MARÍA!

LA MADRE DEL REDENTOR?

 

POR ESO ¡VIRGEN DIVINA!

LAS FLORES QUE HOY TE OFRECEMOS

EN MUESTRAS DE NUESTRO AMOR,

LLEVAN BELLOS SENTIMIENTOS

QUE BROTAN DEL CORAZÓN...

ACÓGELAS AMIROSAMENTE

EN TU GRACIA SIN IGUAL,

ELLAS SON LAS MENSAJERAS

DE TODOS LOS SENTIMIENTOS

DE ESTE PUEBLO, QUE TE ADORA...

 

¡VIVA MARÍA SANTÍSIMA!

¡VIVA MARÍA INMACULADA!

¡VIVA LA PATRONA DE ESPAÑA!